Para conservar la pasta tan sólo se necesita un lugar fresco y seco y preservado de la luz. La pasta fresca se guardará en la parte inferior del refrigerador, al igual que la casera, ya que al portar ingredientes frescos como el huevo, el tomate y las espinacas, requieren de ese tipo de conservación.

La pasta seca, elaborada industrialmente es la que llega principalmente a nuestro país. En bolsa o estuche, la distribución actual permite adquirirla prácticamente recién fabricada. Si bien la pasta no requiere cuidados especialmente delicados en su conservación, lo aconsejable es que veamos en el envase que su fabricación sea lo más reciente posible.

La pasta fresca, al ser más blanda, se comercializa en bandejas para que no se deforme. Esta, se ha de conservar en el frigorífico, entre 8 y 10º C para evitar su deterioro. Como con otros productos frescos, lo ideal es comprarlo poco antes de consumirlo y conservarlo en la parte baja del refrigerador. La pasta elaborada en casa debe seguir los mismos consejos de conservación que los de la pasta fresca.

Para conservar la pasta una vez cocinada es básico dejarla enfriar en un recipiente que no mantenga contacto con la encimera, para de esta manera no favorecer la creación de bacterias.

El recalentado después de refrigerar la pasta, produce carencias nutricionales importantes.

Gracias al tratamiento térmico anterior a la comercialización de la pasta se evita la contaminación e intoxicación.

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